Por Ernesto Torrijos Valdez

“El Paciente” es un thriller escrito por Juan Gómez-Jurado, publicado originalmente por Editorial Planeta en Barcelona el 16 de enero de 2014.

1. El secuestro de Julia

* La novela arranca con una escena paralela: David Evans recibe la nota anónima (“Señor White”) y, al mismo tiempo, vemos a Julia encerrada en un cubículo hermético bajo un suelo de cristal. El lector comprende de inmediato que no es un rapto al uso, sino un diseño meticuloso para someter al protagonista a un experimento psicológico.

* White juega con la tensión: envía fragmentos de audio de Julia llorando, fotografías distorsionadas y cronómetros manuales para cada entrega de instrucciones. Esa arquitectura del miedo va subiendo a un crescendo casi cinemático.

2. La sala de operaciones como arena

* El quirófano adquiere estatus de “ring”: cada paso quirúrgico se cuenta en tiempo real y el diálogo entre Evans y su asistente plasma el pulso acelerado del protagonista.

* Gómez-Jurado describe con detalle la instrumentación, el biorritmo del cirujano (sus pulsaciones, sudor en las manos) y la tensión del equipo. Así el lector vive el bisturí como extensión tanto de la habilidad médica como del terror de equivocarse.

3. La caza de “Señor White”

* Mientras Evans se centra en el intricado plan para ganar segundos —incluir un doble juego de nombres, falsificar resultados preoperatorios, crear un simulacro de complicación— Kate recorre pasadizos subterráneos, hackea cámaras de seguridad y sigue pistas que implican a un cirujano rival.

* Su propio trauma (“perdí a mi hermana en un caso parecido”) añade capas emotivas. Las fases de investigación, intercaladas cada pocos capítulos, rompen la tensión médica y renuevan el ritmo.

4. El gran giro

* A mitad de la novela, descubrimos que Julia no está bajo tierra, sino colgada en un tanque de agua que pierde presión lentamente. Ese subterfugio retuerce la dinámica: el lector, que pensaba domar su ansiedad con los primeros X capítulos, vuelve a caer en pavor puro.

* Paralelamente, flashes del pasado de White (su hijo murió tras un trasplante mal practicado) conectan su identidad al mundo de la cirugía y redondean su perfil de “villano doctor”.

5. Clímax y contrapunto ético

* Durante el momento álgido, Evans comprende que todo el plan de White es un “test”: quería saber si un hombre haría lo impensable por alguien a quien ama. Esa revelación no disminuye la tensión quirúrgica, sino que dispara el dilema moral: ¿merece el experimento la muerte de un inocente?

* Kate, por su parte, irrumpe en el almacén donde Julia está a punto de desvanecerse y neutraliza al secuestrador justo cuando él activa el último cronómetro.

6. Epílogo y secuelas emocionales

* El Presidente sobrevive sin secuelas; Julia logra respirar al quitarse una válvula de oxígeno que ensució el suelo del tanque.

* Evans renuncia temporalmente al quirófano, marcado por el peso de lo vivido. Kate pide traslado, convencida de que el sistema nunca responderá a tiempo si se repiten casos así.

* White queda detenido, pero sus reflexiones en la celda sobre “la fragilidad de nuestra ética” quedan flotando como eco final.

Personajes principales y su importancia

* Dr. David Evans: Neurocirujano ético y metódico, obligado a sopesar su juramento hipocrático contra el instinto de padre desesperado. Representa el conflicto moral entre el deber profesional y el amor familiar.

* Julia Evans: Hija pequeña de David, su vida es el motor emocional de la trama; sin verla, el lector siente su presencia a través del miedo y la urgencia del padre.

* “Señor White”: Antagonista anónimo de pulcro aspecto (“rubio, ojos azules, traje blanco”) cuya frialdad y caligrafía milimétrica del chantaje convierten al villano en un espejo distorsionado del protagonista: un hombre capaz de todo por un experimento psicológico extremo.

* Kate: Agente de élite de la CIA, su subplot aporta ritmo, suspense y muestra el otro lado de la amenaza: la seguridad nacional. Su humanidad (traumas pasados, vínculos familiares) da profundidad al típico “héroe de acción”.

Estilo: Gómez-Jurado emplea una prosa directa, con capítulos breves y alternancia de puntos de vista que aceleran el ritmo y sostienen el suspense. El recurso de numerar cada sección según las horas restantes crea un constante “tic-tac” narrativo; la tensión no cede ni en las secuencias más técnicas (descripción de actos quirúrgicos) gracias a un lenguaje ágil y cuidado balance entre acción y reflexión interna. Las descripciones alcanzan precisión cinematográfica sin sacrificar la inmersión psicológica del lector.

“El Paciente” consolidó a Juan Gómez-Jurado como figura cumbre del thriller español e inauguró la saga de Antonia Scott, fenómeno de ventas traducido a cuarenta lenguas y en vías de adaptación audiovisual internacional. La novela reinventa el suspense de “tiempo contra reloj” aportando un trasfondo ético profundo: hasta dónde es lícito llegar para proteger lo más querido. Su éxito ha marcado tendencia en la narrativa de intriga iberoamericana y ha influido en autores que combinan dilemas morales con acción trepidante.

Gracias y recuerden que «Leer es viajar sin moverte, vivir mil vidas en una sola y descubrir mundos que esperan ser explorados.»

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