Con el objetivo de evaluar el impacto de la contaminación atmosférica en el Valle de Toluca, Marlín Pérez Suárez, investigadora del Instituto de Ciencias Agropecuarias y Rurales (ICAR) de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), se interesó en el papel que juegan parques urbanos y arbolado sano en la mitigación de la contaminación en entornos urbanos.

Desde 2020 comenzó su investigación bajo el nombre “Servicios ecosistémicos de los parques urbanos, el papel de la estructura y estado fitosanitario del arbolado en la mitigación de la contaminación atmosférica de la Zona Metropolitana del Valle de Toluca”, en la que detectó la gran importancia de conocer el estado de salud de los árboles, evaluando el estado nutricional y atender los daños físicos que puedan afectar su vitalidad, longevidad, pero, sobre todo, su adecuado funcionamiento.

El proyecto consiste en evaluar las condiciones de salud del arbolado urbano mediante la observación de síntomas visibles como coloración anormal y caída prematura de hojas, además de analizar si los árboles están recibiendo los nutrientes adecuados para su crecimiento y desarrollo. “Al hacer un diagnóstico del estado de salud, estimamos la capacidad que tienen los árboles para resistir y recuperarse de ataques de plagas, lo cual está influenciado por su genética, estado nutricional y, por supuesto, las condiciones ambientales estresantes a las que se someten en los espacios urbanos”, señaló.

Actualmente, la Doctora en Ciencias Ambientales trabaja en la evaluación de los parques Metropolitano Bicentenario del municipio de Toluca y del Ambiental Bicentenario del municipio de Metepec, en los que señala que mantener árboles en buen estado no solo es una medida ambientalmente responsable, sino también es parte de las estrategias efectivas para proteger la salud pública y promover comunidades resilientes frente a los desafíos ambientales derivados del cambio climático. “Con el cuidado y adecuada gestión del arbolado presente en los parques urbanos se tendrá un impacto benéfico en la sociedad, debido a que se mejora la relación hombre-naturaleza en ambientes urbanos, redundando en una mayor calidad de vida de la población”, mencionó.

Finalmente, Pérez Suárez destacó que el intelecto no es exclusivo de un género y el trabajar las aptitudes para la investigación es lo que hace la diferencia en la calidad de la investigación y en el buen desempeño. Por ello, como mujer en la ciencia indicó que “es importante que las mujeres aceptemos y ejerzamos nuestro liderazgo y, a través de la confianza en nosotras, vamos a descubrir y potenciar todas nuestras capacidades en cualquier ámbito que nos desempeñemos y particularmente, en la investigación en áreas tradicionalmente dominadas por el género opuesto, como las Ciencias Ambientales”.

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