Guadalajara, Jalisco. La actividad comercial de Estados Unidos es crucial para el comercio del mundo, al ser este país una de las principales economías con un importante porcentaje de movimiento de mercancías a nivel global.
Hace unas semanas trabajadores de algunos puertos entraron en huelga, lo que causó incertidumbre por la posible la falta de productos y el impacto en su cadena de suministro, extendiéndose a escala internacional, sobre todo con sus principales socios comerciales.
Aun cuando hubo puertos en la Unión Americana que no se sumaron a la huelga, los pocos que quedaban en servicio no tenían la capacidad de recepción para reemplazar a la mayoría de los puertos que se unieron a la huelga, así como para prestar servicios aduanales administrativos con la rapidez en los tiempos acostumbrados, tanto de ingreso como de egreso de mercancías.
El grado de dependencia que tiene Estados Unidos de productos extranjeros es tal, que un paro en los puertos puede repercutir tanto a micronegocios como a grandes corporaciones que requieren de materiales no disponibles y que necesitan importarlos.
Esto quedó en evidencia, por ejemplo, durante la pandemia del Covid-19, empresas de la industria automotriz y tecnología, por citar sólo algunas, quedaron en desabasto de chips, requeridos para sus líneas de ensamble, que se producen en Taiwán.
El cese de actividades en puertos en Estados Unidos obligaría a muchas empresas a buscar opciones para enfrentar esta contingencia y enfrentar el desabasto o recepción tardía, dos opciones son México y Canadá sus vecinos geográficos, como rutas alternativas.
Sin embargo, esto sería un cambio logístico en donde se involucran leyes aduanales de terceros países, lo que podría generar cuellos de botellas y demoras, otra alternativa sería la vía aérea; sin embargo, por cuestión de costo-beneficio, varios productos quedarían fuera de esta modalidad, ya que es posible que el consumidor no esté dispuesto a pagar más, a menos que sea estrictamente necesario.
Uno de los sectores que tendrían un efecto inmediato sería el sector salud, que, a diferencia de otros bienes, la población y los hospitales, tanto públicos como privados, que requieren medicamentos e insumos médicos las 24 horas, enfrentarían estas interrupciones de suministros o aumentarían su valor, el gobierno norteamericano y los servicios portuarios se verían presionados para encontrar una pronta solución.
¿Pero qué tiene que ver esta situación con la economía mexicana? Mucho. Las exportaciones de México hacia nuestro principal socio comercial, Estados Unidos, no están exentas de dificultades para hacer llegar la mercancía a sus clientes en casos como el cierre de puertos generado por las huelgas.
También dependemos de productos del mercado norteamericano, desde materias primas, productos semiterminados y terminados. El principal medio de transporte que utilizan las empresas mexicanas hacia Estados Unidos es la vía terrestre, pero también necesitamos la vía marítima, empresas manufactureras, automotrices, eléctrico y electrodoméstico requieren del transporte marítimo, sobre todo en fechas que se acerca la temporada navideña.
Afortunadamente, el paro en los puertos estadounidenses terminó a los pocos días, al llegar a un acuerdo con los trabajadores. Pero de haber seguido, seguramente para México habría tenido un impacto de desabasto para la industria nacional y la Inversión Extranjera Directa, que depende de insumos de Estados Unidos; lo que podría haber repercutido en el empleo, el incremento de los precios y el desabasto de bienes, entre otras consecuencias.
En las exportaciones hacia el vecino país del norte, las consecuencias serían atrasos de entrega, cancelación de pedidos, disminución de la producción. Pero las repercusiones no se quedarían ahí, al presentarse escasez se genera una desaceleración del consumo.
Esta situación que sucedió en los puertos de Estados Unidos nos invita a reflexionar sobre la importancia de diversificar las exportaciones mexicanas a más mercados en un mundo cada vez más globalizado.