COLUMNA INVITADA

Por Ricardo Contreras Reyes

¿Qué opciones tiene un negocio cuando la “marea” del comercio informal crece desenfrenadamente, la presencia de chinos y coreanos (con sus respectivas mercancías) es más visible y apabullante, ante la mirada complaciente de las autoridades de la Ciudad de México?

En esta ocasión nos vamos a referir con cierta nostalgia al tradicional restaurante taurino “El Taquito”, con más de 100 años de vida y cuyos orígenes fueron un anafre, un comal y la venta de sopes, pambazos, quesadillas de papa, queso, flor de calabaza y tacos de lengua.

Sin planearlo, Marcos y Conchita, los abuelos fundadores, se establecieron en la Calle del Carmen 69, en el corazón del Centro Histórico de la Ciudad de México, muy cerca de Tepito y la Lagunilla.

Así arrancó una historia de éxito que durante 107 años, los hijos, nietos y bisnietos de Marcos y Conchita, han preservado con orgullo y respeto la tradición gastronómica hasta que…

…la invasión del comercio ambulante canceló las posibilidades para que nuevos y viejos clientes siguieran frecuentando el restaurante. Marquitos y Rafael, actuales responsables del negocio, con mucho pesar han decidido cambiar la sede para seguir preservando la memoria culinaria de sus abuelos y el prestigio que durante muchos años fue el centro de reunión de personajes de la farándula, la política y la fiesta brava.

Ahora es imposible transitar entre puestos de playeras, sombrillas, tenis piratas, audífonos, calcetines y medias deportivas, tacos y tortas. Sin contar con los “amantes de lo ajeno” que ahuyentan muy a menudo a los comensales.

Quedará para el recuerdo aquella imagen de una tarde dominical en que María Félix arribó al restaurante rodeada de cientos de seguidores y fue tal el tumulto por su presencia que decidió salir al balcón para saludar a la gente.

En los anales de la historia del sitio, por cierto, plasmadas en un estupendo libro que recoge las anécdotas de las visitas más relevantes y que tiene el prólogo del periodista Jacobo Zabludovsky, se cuenta de la presencia de Marilyn Monroe, estrella hollywoodense de la década de los años 50 y 60.

Fue en 1962, bajo la administración de los hijos de Don Marcos y Conchita: David, Enrique y Rafael, los comensales y los propios administradores no daban crédito de tan distinguida visitante, quien probó los mejores platillos de la carta, degustó unos tequilas y bailó al son del Mariachi.

En 1979, fueron los encargados de preparar el menú del Papa Juan Pablo ll y su comitiva cuando visitaron por primera vez el país.

El desfile de Presidentes de la República era algo así como la visita obligada del ritual político. Cuentan que López Mateos llegaba y se regresaba caminando desde Palacio Nacional, ubicado a escasas tres cuadras. Peña Nieto y López Obrador acudieron, pero cuando el primero fue diputado local en el Estado de México y el macuspano era Jefe de Gobierno de la CDMX. Como Presidentes de la República no asistieron, “pero ni se les extrañó”, refieren los meseros.

Cantinflas, Tin Tán, Clavillazo, El Loco Valdés, María Victoria, Tongolele, la lista es interminable. Sin contar con los destacados toreros de la época, que después de las corridas dominicales, la cita obligada para departir “el pan, la sal y el vino” era El Taquito.

Pero todo pasa. Ahora Carlita y Rafael, miembros de la cuarta generación del restaurante llevarán sobre sus hombros honrar la obra de sus bisabuelos y darle un nuevo rostro a la nueva casa que se estrenará en septiembre próximo.

Periodista

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