22/10/2024

OBESIDAD INFANTIL EN MÉXICO: ACTUALIDAD Y RETOS DESDE LA EDUCACIÓN BÁSICA

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Al Vuelo: Reflexiones Exprés

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS) en México, el 35% de los niños y adolescentes entre 5 y 19 años presentan sobrepeso u obesidad. Esta cifra sigue en aumento (OMS, 2022). Además, el informe del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) revela que la obesidad infantil es más prevalente en áreas urbanas y entre familias con un bajo nivel socioeconómico (UNICEF, 2021). Esta realidad expone un problema de salud pública que demanda una atención urgente y soluciones creativas. A pesar de los esfuerzos realizados, el país sigue liderando las estadísticas mundiales en este aspecto, evidenciando la complejidad y gravedad de la situación. La siguiente colaboración propone un análisis crítico de las causas, consecuencias y posibles soluciones para la obesidad infantil en México, con un énfasis particular en el papel crucial de la educación básica como herramienta fundamental en la prevención y el abordaje de esta problemática nacional.
OBESIDAD INFANTIL
La obesidad infantil en México no puede atribuirse únicamente a factores o realidades sociales aisladas, puesto que es el resultado de una interacción compleja de factores socioeconómicos, culturales y ambientales que influyen en los estilos de vida de las familias mexicanas. La disponibilidad y la accesibilidad a alimentos poco saludables, promovidos por la industria alimentaria (así como de sus estrategias de distribución y publicidad de sus productos) juegan un papel determinante (Barquera, 2017). A lo anterior se suma la falta de espacios seguros para la actividad física y la prevalencia de un estilo de vida sedentario contribuyen significativamente al problema (Cuevas, 2018). La publicidad agresiva de alimentos y bebidas poco saludables dirigida a los niños también influye en las decisiones alimentarias de las familias y contribuye a la epidemia de obesidad infantil en el país.
Por otra parte, la obesidad infantil en México incrementa la necesidad de gasto público en servicios de salud e infraestructura, pues el riesgo de enfermedades crónicas en la edad adulta, como la diabetes tipo 2 y las enfermedades cardiovasculares. Además, si se toma en cuenta la baja autoestima, la depresión y los problemas de salud mental son consecuencias significativas pero a menudo pasadas por alto de la obesidad infantil (López, 2019). Esto puede tener efectos devastadores en el desarrollo cognitivo, emocional y social de los niños.
Ante la problemática presentada en párrafos anteriores la educación básica emerge como un actor crucial en la lucha contra la obesidad infantil. Los programas educativos deben ir más allá de simplemente impartir conocimientos académicos y abordar activamente la promoción de la salud y el bienestar. Es decir, plantear un perfil de salud accesible para el total de los niños que acceden a servicios educativos básicos. Esto implica integrar la educación nutricional y la promoción de estilos de vida saludables en el currículo escolar de manera transversal (Cervantes, 2016). Además, se deben establecer políticas que garanticen la disponibilidad de alimentos saludables en las escuelas y promuevan entornos escolares activos y seguros para la actividad física (Hernández, 2015).
MI HUMILDE OPINIÓN
Abordar la obesidad infantil en México requiere un enfoque integral que involucre a todos los sectores de la sociedad, es decir, Gobierno Federales, Locales y Municipales, así como los padres de familia, alumnos de educación pública en todos sus niveles, además de la sociedad civil organizada. La participación de los actores sociales en general es la base esencial para que el gobierno, la industria alimentaria, las instituciones educativas y las familias trabajen juntas para promover entornos que fomenten estilos de vida saludables desde una edad temprana. En este esfuerzo social de gran calado la educación básica desempeñara un papel fundamental en este proceso, al empoderar a los niños con el conocimiento y las habilidades necesarias adquirir hábitos saludables por medio de los cuales acceder de manera a sus derechos nutricionales, educativos y sociales.
Fortalecer los programas de educación física en las escuelas para fomentar hábitos saludables desde edades tempranas y promover la actividad física entre los estudiantes.
Construir y mantener instalaciones deportivas accesibles y seguras en comunidades para facilitar la práctica de deportes y actividades físicas.
Impulsar programas deportivos gratuitos o a bajo costo en barrios y comunidades para fomentar la participación de personas de todas las edades.
Realizar campañas de concienciación sobre los beneficios del deporte para la salud física y mental, con énfasis en la prevención de enfermedades crónicas.
Brindar apoyo a atletas locales y deportistas en formación a través de becas, entrenamiento especializado y acceso a instalaciones deportivas de calidad.
Establecer alianzas entre el sector público, el sector privado y organizaciones no gubernamentales para desarrollar iniciativas conjuntas que impulsen la cultura del deporte.
Implementar incentivos fiscales para empresas y organizaciones que fomenten la actividad física entre sus empleados y la comunidad en general.
La obesidad en niños puede desencadenar una serie de problemas de salud a corto y largo plazo, como diabetes tipo 2, presión arterial alta, enfermedades del corazón, problemas musculo esqueléticos y trastornos psicológicos.
La obesidad infantil y la falta de actividad física pueden aumentar el riesgo de desarrollar diabetes tipo 2, una enfermedad crónica que afecta la forma en que el cuerpo utiliza el azúcar como fuente de energía.
La obesidad y la mala alimentación en la infancia pueden contribuir al desarrollo de enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión arterial o la enfermedad arterial coronaria, que pueden afectar la salud del corazón y los vasos sanguíneos.
La falta de ejercicio regular y una dieta poco saludable también pueden influir el riesgo de trastornos como la depresión, la ansiedad y los trastornos de la conducta alimentaria.
Una dieta carente de los nutrientes necesarios para un adecuado crecimiento y desarrollo pueden resultar en una mala salud ósea, predisponiendo a condiciones como la osteoporosis en etapas posteriores de la vida.
Actuar temprano en la adopción de un estilo de vida saludable puede marcar una gran diferencia en la salud y el bienestar a lo largo de la vida de los niños.
Por una educación humanista, inclusiva, integral y con valores…
Póngale Lucha al niño…

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