Entre los retos que enfrentan los proyectos turísticos implementados en zonas rurales se encuentran la urbanización, el aumento de residuos, cambio en las tradiciones de los locatarios, en el lenguaje y hasta en su autopercepción, consideró la investigadora de la Facultad de Turismo y Gastronomía de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEMéx), Irais González Domínguez.
A través de sus investigaciones durante 25 años, González Domínguez, como profesora e investigadora de tiempo completo, se ha encargado de documentar los impactos de las actividades, las implicaciones económicas que rodean la inclusión de estos sitios y cómo se involucran las comunidades directamente en la economía local.
Su interés por abordar el turismo en las zonas rurales surgió cuando realizó su proyecto de tesis de licenciatura en un campamento infantil, donde enseñaba a las infancias los procesos de producción en el medio rural como hacer tortillas, ordeñar vacas o tejer. Esta experiencia le permitió conocer de primera mano los impactos sociales en las comunidades.
Entre sus hallazgos, sobre la línea de investigación del etnoturismo, destaca que es importante el acompañamiento de la financiación con la gestión de recursos, apartado en el cual consideró que la asignación de 54 millones de pesos por el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI) en el año 2014, con el fin de que se desarrollarán parques ecoturísticos, superó los impactos negativos por encima de los positivos, además de que las prácticas turísticas eran idénticas en varias zonas turísticas rurales.
Como consecuencia de estos eventos consideró necesario el método de sensibilización sobre un turismo sustentable: “Tenemos que buscar estas estrategias para provocar los menores impactos negativos. Podemos hablar hasta de un turismo no nada más con un enfoque sustentable que es lo ideal, sino de un turismo regenerativo en donde el turista realice actividades que reviertan situaciones negativas que existan en las zonas”, afirmó Gonzáles Dominguez.
Sin embargo, representó un reto poner en marcha estos proyectos, debido a que la gran mayoría de las comunidades donde fueron aplicados, como en el caso San Mateo Oxtotilpan, son lugares que están retirados de las grandes urbes o que son intransitables físicamente a consecuencia de la falta de carreteras, internet e incluso, señal de teléfono, dicha situación ha traído como consecuencia la inaccesibilidad de estos pueblos, lo que les supone el aislamiento.
Como parte de su propuesta, la investigadora recalcó el papel de las mujeres que se hallan en estos espacios aislados y cómo las actividades en el medio rural gestionadas de forma sustentable tienen un impacto positivo en el ámbito económico y de manera individual, en la medida que proporcionan habilidades comunicativas que les permite establecer conexiones con gente de otros países, hecho que desemboca en un empoderamiento.
“Yo me escondía detrás de mi esposo para que él dijera y él decidiera y él hablara y ahora yo ya puedo tener una plática” es una frase que refirió la investigadora de parte de una mujer que conoció que trabajaba de guía, realizando recorridos de ocho horas aproximadamente.