Por Luis Ayala Ramos
Amecameca, México. En dos meses a más tardar comenzarán los trabajos de restauración de la Capilla conocida como “La Gualupita”, construida en el siglo XVII y resultó dañada en los sismos del 2017, anunció el Embajador de Italia en México, Excmo. Luigi de Chiara.
En la restauración participarán de manera coordinada la universidad de Roma Tre y el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través del Programa Nacional de Reconstrucción federal el cual destinó un presupuesto inicial de 3 millones de pesos.
El embajador italiano fue recibido por la presidenta municipal, Ivette Topete García y el párroco Esteban Flores Aguilar, quienes visitaron la capilla junto con el Arquitecto Marco Maza Hernández director Operativo del programa Nacional de Reconstrucción del gobierno federal, el arquitecto Stefano Gizzi Maya Sezarra Lagunes, la agregada científica Emilia Giorgetti y el director del Instituto Italiano de Cultura Gianni Vinciguerra.
La presidenta municipal Ivette Topete reconoció el esfuerzo conjunto de las autoridades italianas y del gobierno federal para restaurar este monumento histórico del siglo XVII, que representa un orgullo para los amecamequenses.
La Gualupita, se construyó a finales del siglo XVI, 1585, ya que antes de su edificación fue un centro ceremonial dedicado al Dios Prehispánico Tecaztlipoca, (El Espejo Humeante), y en ese lugar había una danza precolombina del Totol, que realizaban los Titolimpanecas Tecuanipas para pedir las lluvias.
Dijo que, cuando llegaron los 12 primeros franciscanos, al mando de Fray Martín de Valencia, y se quedó a vivir sus últimos años de su vida, en el año de 1525, empieza a destruir los centros ceremoniales, y con la misma piedra edifica las iglesias, y una de ellas es la Gualupita.
Está iglesia de más de 400 años pasó varios sismos, sin embargo, el terremoto del 19 de septiembre del 2017 derrumbó el 85 por ciento de la capilla.
La fachada de la iglesia tenía ornamentos prehispánicos, como el petroglifo de Chalco, y otras deidades, sin embargo, con la destrucción por el movimiento telúrico, posiblemente se hayan perdido para siempre.