Amecameca, México. El género, construcción social y cultural en la que recaen los vértices de la feminidad y masculinidad, limita la verdadera expresión sexual de las personas, sostuvo el especialista Julio César Ávila Morales, a través de las redes sociales del Centro Universitario Amecameca de la Universidad Autónoma del Estado de México (UAEM).

Al dictar la conferencia “Inclusión y diversidad sexual”, el especialista aseveró que el género ha asignado aquellos roles a seguir, impulsados por parte de la estructura primigenia, que a su vez son las representaciones que la misma cultura reproduce.

Indicó que para reproducirse, la cultura se apoya de diferentes dispositivos e instituciones, que bien pueden ser simbólicas, imaginarias o reales, las cuales se originan para darle sentido a sus integrantes y precisamente, a los integrantes de esta sociedad.

“Así es como los mitos, la familia, la religión, la educación y grupos sociales juegan un papel determinante en la forma en que se construye la identidad psíquica de los sujetos”.

En este evento organizado por el Comité de Equidad de Género del Centro Universitario UAEM Amecameca, el psicólogo lamentó que, desde el vientre materno, al sujeto se le asignan roles de lo que debe ser y hacer.

“Por ejemplo, en las fiestas de descubrimiento de sexo ya se asigna un rol a quien todavía no nace, dependiendo de lo biológico y genital, y entonces el sujeto debe cumplir los ideales que la sociedad dicta y que debe realizar en cuestión de su feminidad y masculinidad, junto con los significados que cargan estas dos palabras”.

El género, resaltó, está precisamente adscrito a un rol, a expectativas que son concebidas como las más puras expresiones de las fuentes biológicas. “Aunado a esto, podemos mencionar que no somos lo que queremos ser, sino que reproducimos lo que ya somos, es decir, lo que la sociedad nos está demandando. Somos y hacemos lo que el otro nos deja ser y hacer, lo que la sociedad nos permite”.

Julio César Ávila Morales afirmó que desgraciadamente, México es una sociedad profundamente racista, clasista y discriminatoria. Por ello, debemos reconocer las diferencias, aceptar que, en esencia, todas y todos somos sujetos, sin importar la manera en que ejercemos nuestra sexualidad, tono de piel o diferencias corporales”.

Consideró necesario que nuestras ideas no se queden en una simple crítica y pasen a una política donde exista la inclusión, en la que todos podamos convivir. “La inteligibilidad debe aparecer a través de nuevos discursos que integren las diferentes formas de ser sujeto, ya sea indígena, hombre, mujer, gay, homosexual y no solo la del hombre blanco heterosexual cisgénero”.

 

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