En el Estado de México, las artesanías siguen siendo referente de identidad ya que se elaboran de acuerdo con los procesos ancestrales que vienen de generación en generación y, aunque sus diseños se adecúan a la época y adaptan al mercado, su esencia es completamente natural.

Una muestra de ello es el uso de las técnicas de teñido textil heredadas por los antepasados, con la que las artesanas y artesanos mantienen vivas estas tradiciones y que también dan vida a sus piezas, haciendo que el color sea motivo por el que más se comercializan sus productos.

De esta forma, diversas familias artesanas se dedican a preservar y fomentar la práctica del teñido textil a partir de pigmentos de origen natural, técnicas que han sido heredadas de generación en generación, desde la época prehispánica.

En ese sentido, algunos recursos naturales usados por maestras y maestros artesanos para darle color a sus hilos y telas son las flores como añil, peirón, cempasúchil, muicle y té de milpa; musgos como el heno o el zacatlaxcalli; semillas como el achiote; corteza de capulín, palo de Brasil o cáscaras de nogal; insectos como la grana cochinilla; vainas de huizache y minerales como el alumbre y granos de sal, entre otros más.

Cabe mencionar que las cinco etnias que viven en la entidad utilizan los tintes naturales para el teñido de sus vestimentas y la elaboración de sus artesanías.

En la cosmovisión de la cultura mazahua, por ejemplo, el teñido era una actividad exclusiva de mujeres, utilizaban cazuelas de barro destinadas para tal efecto, y el fogón debía de ser de leña de encino.

Asimismo, se santiguaba la cazuela con un manojo de hierbas, y las embarazadas no podían participar en el proceso debido a que tenían la creencia de que se cortaba el teñido o les salía manchado.

En la actualidad se respetan las creencias de las culturas, pero maestras y maestros del arte popular han ido adquiriendo nuevas técnicas de teñido, aunque los colorantes naturales son más costoso y más difíciles de usar que los químicos, que en gran medida los han remplazado, los primeros producen colores vivos y opacos, además de ser más seguros y amigables con el medio ambiente.

Parte del proceso para los teñidos es por temporada, realizan la recolección de flores, tallos o cortezas, preparan el mordentado con alumbre y agua caliente, posteriormente sustraen los pigmentos y después se dedican al teñido, a través de los baños en su material pueden sacar la gama de colores.

El teñido que se realiza en el Estado de México es principalmente en lana y algodón, todo depende de la pieza artesanal que se vaya a utilizar.

Un claro ejemplo está en los quexquémetl y bordados finos de los mazahuas de Villa de Allende y San Felipe del Progreso, las fajas de la cultura otomí, en Xonacatlán, o el reflejo del rebozo de aroma de Tenancingo.

Incluso en los gabanes que se elaboran en Gualupita, municipio de Tianguistenco, con sus colores azul añil, Ixtlahuaca y Chinconcuac también incursionan con estas técnicas para sus textiles.

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